un nuevo tú
Querido tú,
te he escrito muchas cartas a lo largo de mi vida, gastando mucho papel y mucha tinta relatando cómo deseaba con todas mis fuerzas que por fin aparecieras para cambiar mi mundo al color rosa.
Al principio creía que eras aquel chico rubio de mi instituto, que me tuvo durante años embelesada, escribiendo cartas de amor adolescente, convencida de que era el amor de mi vida.
Después de convencerme de que lo mío eran solo tonterías, apareció un nuevo chico. Aquel chico de ojos esmeralda a quien tantas cartas le he escrito; la persona más relevante que conocí ese verano y aquella que me introdujo en este mundo de los sentimientos mutuos, los entrelazamientos de manos, las ganas de querer con toda mi alma y la impotencia de besar unos labios. Aquella persona a quien le hablé de tú, convencida completamente de que lo era. Pero por muchas razones, tú nunca llegó a ser él. Y me estuvo doliendo muchos meses. Muchos más de lo que debería.
Así es, te he confundido muchas veces, creyendo que eras otras personas que a fin de cuentas me lo ponían todo muy difícil y que me creían hacer que mi deber era quedarme cuando irme era todo lo que debería haber hecho, y aún así, a pesar de que me destrozaran el corazón, no me arrepiento de haberles amado porque a pesar de que haya llegado rota hasta ti, a fin de cuentas, he llegado y ha sido por las lecciones que ellos me han enseñado.
Quizá puede que esta vez te esté confundiendo también, y quizá meses después lea esta carta y me lamentaré por lo estúpida que fui una vez más, creyendo que tus brazos serían los definitivos que me sostendrían.
Pero, cómo creer que tú eres tú, siendo así conmigo. Poniéndolo todo tan fácil, jamás cuestionándome, demostrando tanto y queriéndome tan fuerte.
Ojalá lo fueras, lo digo de corazón.
Ojalá después de todo, tú seas tú.
te he escrito muchas cartas a lo largo de mi vida, gastando mucho papel y mucha tinta relatando cómo deseaba con todas mis fuerzas que por fin aparecieras para cambiar mi mundo al color rosa.
Al principio creía que eras aquel chico rubio de mi instituto, que me tuvo durante años embelesada, escribiendo cartas de amor adolescente, convencida de que era el amor de mi vida.
Después de convencerme de que lo mío eran solo tonterías, apareció un nuevo chico. Aquel chico de ojos esmeralda a quien tantas cartas le he escrito; la persona más relevante que conocí ese verano y aquella que me introdujo en este mundo de los sentimientos mutuos, los entrelazamientos de manos, las ganas de querer con toda mi alma y la impotencia de besar unos labios. Aquella persona a quien le hablé de tú, convencida completamente de que lo era. Pero por muchas razones, tú nunca llegó a ser él. Y me estuvo doliendo muchos meses. Muchos más de lo que debería.
Así es, te he confundido muchas veces, creyendo que eras otras personas que a fin de cuentas me lo ponían todo muy difícil y que me creían hacer que mi deber era quedarme cuando irme era todo lo que debería haber hecho, y aún así, a pesar de que me destrozaran el corazón, no me arrepiento de haberles amado porque a pesar de que haya llegado rota hasta ti, a fin de cuentas, he llegado y ha sido por las lecciones que ellos me han enseñado.
Quizá puede que esta vez te esté confundiendo también, y quizá meses después lea esta carta y me lamentaré por lo estúpida que fui una vez más, creyendo que tus brazos serían los definitivos que me sostendrían.
Pero, cómo creer que tú eres tú, siendo así conmigo. Poniéndolo todo tan fácil, jamás cuestionándome, demostrando tanto y queriéndome tan fuerte.
Ojalá lo fueras, lo digo de corazón.
Ojalá después de todo, tú seas tú.
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