Vacío.

Creo que nunca he sentido tanta impotencia por algo. Siempre he sido de luchar hasta el final, haciendo lo imposible para llegar hasta donde he querido y es por eso que, ahora que he hecho todo lo que estaba en mi mano para que esto sucediera y ver cómo mis esfuerzos han resultado en vano, siento desesperanza.
Te he escrito tantas cartas que ya no sigo la cuenta, la gran mayoría en papeles perdidos. Y aún después de verter todas mis palabras en ti y aún después de pasar noches enteras pensando en tu recuerdo, todo ha acabado así. De todos modos ni siquiera me atrevo a decir que se ha acabado, porque, como muchas veces ya he dicho, contigo nunca sé donde se sitúa el final. Te has alejado y hecho aprecio tantas veces, todas tan contradictorias, que creo que realmente no sabes controlarte a pesar de dejarme claro aquel día que no querías hacerme más daño y que por eso era mejor olvidar el aura que tantos meses nos había rodeado. 
Releo tus palabras de aquellas madrugadas de verano (incluso de todo el día) porque me está costando aceptar que esta no es como las otras veces donde aún cabía la posibilidad de que el amor nos abrazara. 
Y te he querido. Mucho, además. Mucho más de lo que creía. Todo lo que me empeñaba en negar. Y si después de tanto daño y tantas confusiones y tantas idas y venidas y dolor y amor y noches llorándonos no te he dejado de querer ni un poco, puede ser que sí me haya enamorado de ti (aunque no quiera admitirlo). 
Con todo esto, me has dejado sin nada. 
Porque en verdad, lo único que hago ahora es echarte de menos.
Sintiendo un vacío. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

A veces

Lo que quiero

preguntas