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en ti.

Niebla espesa siento en mí, ¿será por tus ojos color miel  o por este aura añil? No sé por qué me siento así, ¿qué pretendes,  qué buscas, qué piensas,  quién eres? Rompes todos los esquemas, me haces pensar en huir. ¿Por qué me haces esto? ¿Qué quieres conseguir? Me arañas, me dueles,  me invades, me haces querer irme de aquí. ¿Es así como se siente a los intrusos? ¿Es ésta la señal que me quiere advertir? No te conozco,  no me conoces, pero entre desconocidos nos desangramos,  nos hacemos ver frágiles, nos atrevemos a sentir. ¿Se supone que debo alegrarme de que estés robando lo que hay dentro de mí? De que pretendas colarte, entrometerte, y querer mis problemas asumir.  De empeñarte en ser mío, de dejarme claro que me quieres, de intentar cuidarme como puedes, de querer bailar bajo la lluvia, ¿no sabes que te puedes arrepentir? ¿Sabes qué es lo peor de todo? que de todos ...

un nuevo tú

Querido tú,  te he escrito muchas cartas a lo largo de mi vida, gastando mucho papel y mucha tinta relatando cómo deseaba con todas mis fuerzas que por fin aparecieras para cambiar mi mundo al color rosa. Al principio creía que eras aquel chico rubio de mi instituto, que me tuvo durante años embelesada, escribiendo cartas de amor adolescente, convencida de que era el amor de mi vida. Después de convencerme de que lo mío eran solo tonterías, apareció un nuevo chico. Aquel chico de ojos esmeralda a quien tantas cartas le he escrito; la persona más relevante que conocí ese verano y aquella que me introdujo en este mundo de los sentimientos mutuos, los entrelazamientos de manos, las ganas de querer con toda mi alma y la impotencia de besar unos labios. Aquella persona a quien le hablé de tú, convencida completamente de que lo era. Pero por muchas razones, tú nunca llegó a ser él. Y me estuvo doliendo muchos meses. Muchos más de lo que debería. Así es, te he confundido muchas ve...

lo que no es.

No sé de qué se trata. Si de las pequeñas pecas bajo tus ojos marrones que hacen que me pierda en un laberinto del que no sé salir. Si es la manera en que te mueves para acomodarte cuando estamos tumbados juntos en el mismo sofá viejo descolorido. Si es cuando tu risa te ataca y te inclinas hacia delante para romperte en carcajadas. Si es el modo en el que tocas con tus pequeños dedos la palma de mi mano áspera. Si son tus canciones de pop anticuado del 2004. O siquiera si es tu dulce voz preguntando si esta vez estoy bien. Te tengo metida en la memoria mientras fumo otro cigarro en la ventana de este escuchimizado apartamento. También cuando estoy en el trabajo y por el megáfono suena tu canción favorita de Leiva y sobretodo por las noches cuando trato de dormir y tu imagen aparece apartando cada pensamiento, haciéndome olvidarlo como si estuviera ya harto de alcohol tratando de no recordar. Pero tu olor me sigue embriagando más que cualquier bebida destilada. Y quiero alejar...

3 a.m.

Tres de la madrugada. El frío enero hace que los soplidos del viento se cuelen por el hueco entre mi ventana y la cerradura y no sé cómo hacer para alejarme de ese helor. De repente, el pensamiento de ti comienza a acechar mi mente, y no espero no ser malinterpretada, porque por desgracia pienso en ti todo el día, no es nada nuevo. Hace unos meses, este mismo día estaba tan a tu alrededor que todavía me extrañaba que hubieras decidido colarte en mí, y sin embargo, ahora, parece como si aquellos tiempos no hubieran llegado a suceder nunca. Puede que aceptando por fin que sigo amándote, haga que por fin deje de hacerlo. Porque asumiendo aquello que tratamos de evitar o de negar es cuando por fin logramos que llegue a desaparecer. Tengo muy aceptado que aún después de toda la decepción que me causas, sigue habiendo noches en las que te sueño o momentos en los que mi mente vuela hasta noches que pasamos juntos, cuando tal y como son ahora, las 3:19, estaba charlando contigo, sin prisa...