3 a.m.
Tres de la madrugada.
El frío enero hace que los soplidos del viento se cuelen por el hueco entre mi ventana y la cerradura y no sé cómo hacer para alejarme de ese helor.
De repente, el pensamiento de ti comienza a acechar mi mente, y no espero no ser malinterpretada, porque por desgracia pienso en ti todo el día, no es nada nuevo.
Hace unos meses, este mismo día estaba tan a tu alrededor que todavía me extrañaba que hubieras decidido colarte en mí, y sin embargo, ahora, parece como si aquellos tiempos no hubieran llegado a suceder nunca.
Puede que aceptando por fin que sigo amándote, haga que por fin deje de hacerlo. Porque asumiendo aquello que tratamos de evitar o de negar es cuando por fin logramos que llegue a desaparecer.
Tengo muy aceptado que aún después de toda la decepción que me causas, sigue habiendo noches en las que te sueño o momentos en los que mi mente vuela hasta noches que pasamos juntos, cuando tal y como son ahora, las 3:19, estaba charlando contigo, sin prisas. Y también he de admitir que mi imaginación aún recrea escenas en las que nada ha terminado, escenas en un universo alternativo donde todo nos salía bien.
Tristemente, por mucho que mi subconsciente te siga soñando, que mi mente vague hacia recuerdos recónditos haciéndome sentir por unos segundos la selva que sentí aquellos días o que imaginación vaya en busca de escenas nuevas que recrear para lograr mantenerme feliz haciéndome creer que estás, ya no lo haces.
Y tendré que vivir con ello y aprender a tragarme mi impotencia de no agarrarte del brazo y preguntarte la razón por la que sigues mareando incluso sabiendo que es lo último que pretendes. Incluso creo que tú ya no estás pretendiendo nada incluso sin querer, sino que realmente soy yo, que le sigo dando mucha importancia a todo lo que haces.
Sólo me queda decir que llegará una noche en la que no te sueñe.
O que si te recuerdo sea ya sin dolor.
O que mi mente ya no navegue en busca de nuevos cuentos con los que hacerme feliz por un segundo.
Simplemente algún día lograrás irte y podré tenerte en el baúl de los recuerdos como si sólo fueras una pieza más que se me ha caído debajo de la mesa, todo de este puzle llamado vida.
El frío enero hace que los soplidos del viento se cuelen por el hueco entre mi ventana y la cerradura y no sé cómo hacer para alejarme de ese helor.
De repente, el pensamiento de ti comienza a acechar mi mente, y no espero no ser malinterpretada, porque por desgracia pienso en ti todo el día, no es nada nuevo.
Hace unos meses, este mismo día estaba tan a tu alrededor que todavía me extrañaba que hubieras decidido colarte en mí, y sin embargo, ahora, parece como si aquellos tiempos no hubieran llegado a suceder nunca.
Puede que aceptando por fin que sigo amándote, haga que por fin deje de hacerlo. Porque asumiendo aquello que tratamos de evitar o de negar es cuando por fin logramos que llegue a desaparecer.
Tengo muy aceptado que aún después de toda la decepción que me causas, sigue habiendo noches en las que te sueño o momentos en los que mi mente vuela hasta noches que pasamos juntos, cuando tal y como son ahora, las 3:19, estaba charlando contigo, sin prisas. Y también he de admitir que mi imaginación aún recrea escenas en las que nada ha terminado, escenas en un universo alternativo donde todo nos salía bien.
Tristemente, por mucho que mi subconsciente te siga soñando, que mi mente vague hacia recuerdos recónditos haciéndome sentir por unos segundos la selva que sentí aquellos días o que imaginación vaya en busca de escenas nuevas que recrear para lograr mantenerme feliz haciéndome creer que estás, ya no lo haces.
Y tendré que vivir con ello y aprender a tragarme mi impotencia de no agarrarte del brazo y preguntarte la razón por la que sigues mareando incluso sabiendo que es lo último que pretendes. Incluso creo que tú ya no estás pretendiendo nada incluso sin querer, sino que realmente soy yo, que le sigo dando mucha importancia a todo lo que haces.
Sólo me queda decir que llegará una noche en la que no te sueñe.
O que si te recuerdo sea ya sin dolor.
O que mi mente ya no navegue en busca de nuevos cuentos con los que hacerme feliz por un segundo.
Simplemente algún día lograrás irte y podré tenerte en el baúl de los recuerdos como si sólo fueras una pieza más que se me ha caído debajo de la mesa, todo de este puzle llamado vida.
Comentarios
Publicar un comentario