Cuestiones de hechos y palabras verdaderas y falsas.
Una vez me dijeron que lo que importan son los hechos, que las palabras se las lleva el viento.
No pude entenderlo, sinceramente. A fin de cuentas, lo que importa es la intención, ¿no? ¿Qué más da si es mediante palabras o hechos? La semilla de la decisión ya está sembrada en el corazón.
Años después ,y a base de caídas, he logrado comprender que llevaban razón.
Que la palabrería nos llena los oídos de esperanza, pero las acciones son lo que verdaderamente queda cuando no tenemos a qué agarrarnos para seguir aguantando.
¿De qué vale, a fin de cuentas?
¿Es sólo para vivir a base de mentiras bonitas que hacen que siempre nos quedemos un poco más cuando ya no hay razones para continuar?
¿Para no romperle el corazón al otro con la tajante verdad para evitar ver cómo le hacemos daño al contársela?
¿Es entonces la verdad una bala en el pecho y la mentira la sombra de un espejismo en el desierto?
Y aún más profundo.
¿Son los hechos la versión definitiva de las verdaderas palabras?
¿Es la palabrería barata todo lo que no nos atrevemos a convertir en hechos?
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