Una feria albergada en mi interior.
Siempre supe que tu partida nublaría mi vista y me rompería el corazón en mil pedazos. Que las ganas de querer respirar aire fresco o de ver a mis amigos o simplemente de pasarlo bien se convertirían en nulas. Es en este punto cuando verdaderamente confirmo que me enamoré perdidamente de ti, haciendo caso a mis amigos de que era mejor tirarme de cabeza a la tómbola y ver si me llevaba el premio que quedándome fuera mirando, como un espectador más que no se ha atrevido a comprar la papeleta. Así es, entraste de lleno en mí. Y tras más alegrías y disgustos que tiempo, he alcanzado la cuesta final de la montaña rusa y ahora toca que me baje. Siempre contemplé la opción de que todo terminara en nada a pesar del viaje, pero eso no ha hecho que me duela menos. Y me gustabas tú, con todas tus virtudes a pesar de tus defectos. Y me gustaban tus amigos a los que ya sentía como los míos. Me gustaba tu alrededor, tu situación, tus ideales. Lo que ya venía contigo y lo que con el paso...